[Reseña]: La seducción de un orden

“La paradoja inicial en la creación del Estado de Chile es una república que la clase dirigente que acepta y desea, pero simultáneamente teme y rechaza.” (p. 33) 

            Editorial Planeta ha decidido volver a publicar “La seducción de un orden” a 23 años de su primera edición. Ana María Stuven escribe un ensayo acerca de la tendencia de Chile hacia el orden como un valor político central en la formación de la nación, uno que ha trascendido la época conformándose como una parte integral que sigue siendo fundamental en nuestro imaginario: “La historia ha demostrado que la democracia es frágil; que los chilenos optan por quienes ofrecen orden frente a situaciones que parecen desbordar la convivencia democrática…” (p. 16)

            Para demostrar su tesis, la autora da cuenta de la primera mitad del siglo XIX y lo releva a través de las disputas públicas realizadas en la prensa: 

“Sin embargo, en Chile, especialmente a partir de la década del cuarenta y el fortalecimiento de la imagen intelectual como portavoz de la opinión pública, la prensa se convirtió en espacio privilegiado  de la polémica, constituyéndose cada órgano en un interlocutor en sí mismo a través de sus editores y de la recién constituida opinión pública que pensaba y debatía sobre el Estado y la sociedad” (p. 21).

            La autora relevará las discusiones del sector dirigente que, en ese momento, es sinónimo de la clase alta, pues son quienes tienen el poder. No sé niega la existencia de otros sectores, pero respecto a la conformación de la nación, estos son quienes dirigen los cambios y de quienes tenemos fuentes que apoyan esta afirmación.

            A lo largo del libro explorará diferentes momentos históricos para demostrar su hipótesis, por ejemplo, con el caso de Manuel Bulnes de quien se indica: “No sólo por su filiación militar, sino por su carácter recio y una fuerte voluntad, era partidario acérrimo del orden social.” (p. 76), otro personaje que no se puede pasar por alto es Andrés Bello, cuyo carácter es más bien contradictorio entre el orden que impone en sus ideas políticas y el ideal romántico que abraza en su poesía, es la muestra de cómo hay una disputa entre ambos idearios. Otro caso es el de Salvador Sanfuentes: “A pesar el espíritu romántico que inspira su obra, Sanfuentes temperó esa influencia con un pragmatismo propio de su compromiso público con posiciones conservadoras con respecto al cambio social.” (p. 87).

            Además del análisis desde los personajes, hay otro que tiene que ver con el cómo se dirige la élite chilena respecto al cambio donde también hay contradicciones. El progreso y la conformación de la república son ideales que alcanzar, pero no en cualquier contexto, la única manera correcta es que sea progresivo, de manera que no altere el orden, por otro lado, si bien se acepta que las personas tengan derechos civiles no se considera que deban tener derechos políticos, es decir, el poder se debe mantener en la clase dirigente que es la apta para las tareas de gobernanza, pues se considera que las otras clases no tienen la madurez para hacerlo. En esta línea, si es importante indicar que hay una preocupación fundamental por la educación: “La educación es la que une al hombre prerepublicano, ignorante e incivilizado con el siglo del progreso. Debe ser la tarea prioritaria del Estado y la meta social más importante…” (p. 120).

            Si bien existe consenso en la élite, al final de la primera mitad del siglo XIX comienzan a aparecer opiniones encontradas y se forma una real oposición, es decir, hacia 1840 se forma una posición conservadora y otra que quiere que haya más acceso de las clases menos privilegiadas y que acusa de la existencia de grupos de poder privilegiados, todo lo que se refleja en los distintos medios de prensa citados por la autora, que eran el espacio público. 

            Mucho más se podría decir de esta investigación, pero si hay algo impactante es que los problemas de hoy son los problemas de ayer. Stuven hace una reflexión sobre lo sucedido a finales de 2022 con el referéndum para aprobar o rechazar la propuesta de la nueva constitución que terminó en el rechazo, indicando la relación que tiene con elementos demasiado disruptivos que históricamente no son favorecidos por una cultura, que, desde su formación, apunta a mantener un orden a cualquier costo. Es un libro que exige atención al lector, pero que merece la pena para entendernos como sociedad, porque la única manera de generar cambios es comprendiendo lo que somos.

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