[Reseña]: Cómo vender una casa embrujada

malo.» (p. 153)

            Grady Hendrix, autor de “Cómo vender una casa embrujada”, es una nueva voz dentro del género de terror y esta es la nueva apuesta que nos trae editorial Planeta muy acorde a este mes.

            La historia comienza cuando nos enteramos de la muerte de los padres de Louise y Mark. La perspectiva que conocemos es la de Louise, la hermana mayor y responsable que decide irse del seno familiar y vivir lo más alejada posible de su familia, pero deberá regresar al funeral de sus padres. En contraste, Mark es el hermano irresponsable y mimado de los padres. Mientras ella ganó una beca para ir a la Universidad, a él le pagaron una carrera carísima sin que hiciera nada por merecerlo y ni siquiera fue capaz de terminarla. Actualmente trabaja en un bar, mientras que Louise tiene un buen trabajo y una familia constituida por su hija.

            La novela es una historia familiar y sí, es de terror, pero porque está cargada de secretos y silencios. Los padres de nuestra protagonista eran bastante opuestos: el padre era muy tranquilo y con una situación estable; la madre era una artista titiritera con gran histrionismo y que -cuando eran pequeños y muy pobres- decide hacerles títeres con lo que tenía a mano. Los recuerdos son que, a pesar de no tener televisión, la madre se las ingenió para darle a sus hijos un mundo lleno de colores, pero no todos los recuerdos son color de miel, pues todos están teñidos por la preferencia de la madre por Mark y por cómo Louise debía ser siempre la hija responsable y perfecta. Para ella el regreso es volver a una herida que está abierta y que no hará más que empeorar.

            Ahora bien, que fuese titiritera pudo quedarse ahí, pero la verdad es que la madre estaba un poco obsesionada y más que una casa normal, la casa de los padres de Louise y Mark parece una casa embrujada llena de muñecos y títeres, cuál más espeluznante que otro… Pero hay uno que se lleva el premio: Pupkin. Es el títere favorito de la madre que lo tiene desde que era niña y que luego se lo regala a Louise, pero ella lo odia y le prohíbe a su mamá siquiera mostrárselo a su hijita. Sin embargo no es el único, hay también muñecos con los nombres de los hijos que están presentes y todas las obras de arte de la madre llenando las paredes del hogar.

            Cuando Louise llega a la casa de sus padres encontrará una escena inquietante: los muñecos y títeres sentados en el sofá mirando hacia la televisión encendida ¿Una broma de mal gusto de Mark? El problema es que, con el paso de las horas, sucesos más extraños comenzarán a ocurrir. Louise intentara explicarlo todo desde la racionalidad, intentando aplicarla a tope. De todos modos, si hay un consenso entre los hermanos es que hay que vender la casa y, para eso, es necesario de deshacerse de todas las obras de su madre… El problema es que, al parecer, la casa no tiene intención de ser modificada y, por lo tanto, de ser vendida.

            Es una historia familiar porque Louise se enfrentará no solo a un montón de recuerdos arrumbados que pondrán en jaque su visión objetiva de la vida, sino que se dará cuenta que su familia guarda demasiados secretos y hay muchos vacíos espeluznantes en la historia de la misma. Absolutamente recomendado para esta época. 

*Contiene escenas violentas. 

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