Estamos en un momento impreciso, un futuro medianamente cercano. Los seres humanos estamos completamente controlados a través de las Esferas que, al inicio, decidimos ocupar de manera voluntaria pero que tienen un costo mayor al beneficio pues, a través de ellas, nos pueden observar y escuchar todo el tiempo. La vida está completamente monitorizada, por otro lado, las esferas pasan publicidad y noticias que no podemos esquivar.
Además, contrario a lo que la misma sociedad pronosticaba, es la falta de fertilidad lo que ha puesto en jaque a la humanidad. No hay una razón concreta y aunque se sospecha que podrían ser los microplásticos, no se conoce definitivamente el motivo. La solución -medianamente- es la inducción, un proceso químico al que se someten las mujeres de forma voluntaria (aunque no tanto) y, algo que no se dice abiertamente, es tan agresivo que muchas mueren antes de que sea exitoso. Si bien es opcional, lo cierto es que quienes deciden no ser madres son llamadas “aparte” y reciben sanciones monetarias. Aunque desempeñan los mismos trabajos, su remuneración es exigua, lo que las obliga a vivir en las peores zonas, son juzgadas por las personas como “egoístas” por la sociedad y, además, la Esfera -de manera sistemática- les indican todos los beneficios de ser madre, como una manera de presionarlas. De hecho, ante la necesidad urgente de nuevos nacimientos, las inducciones podrían llegar a ser obligatorias.
Dado el valor de los niños en la sociedad, los padres son constantemente monitoreados, deben usar una pulsera que vigila la Oficina de Pautas de Cuidado Parental (OPCP) y pueden recibir un aviso llamado Pautas de cuidados insuficiente (PCI); si reciben cierta cantidad de alertas les pueden quitar a sus hijos de manera definitiva. Por otro lado, si no quieres dar a luz a tus hijos y tienes mucho dinero, puedes acceder a bebés XC que son generados de manera externa y, por lo tanto, no ponen en riesgo a la madre, pero al no ser iguales a los niños hechos naturalmente, necesitan un mayor periodo de maduración por lo que requieren más semanas de “embarazo” y nacen de un tamaño mayor y más maduros que de 40 semanas.
En este contexto conocemos a Kit, ella es inicialmente una “aparte”, no quiere tener hijos porque, aunque no hay estadísticas, ella ha vivido la muerte de muchas compañeras sometidas a la inducción y también ha visto que muchos niños son extraídos. Sin embargo se enamora y, aunque como pareja no quieren tener hijos, entre la presión y su decisión deciden someterse a la inducción.
Kit ha vivido situaciones negativas, en especial cuando a su hermana mayor, Evie, le quitan a su hijo Jakob. La inducción de su hermana es dolorosa, Kit lee las contraindicaciones del proceso y confirma que es casi una sentencia de muerte. Luego, cuando Evie se convierte en madre cambia completamente y la relación cercana con Kit desaparece, incluso, Evie le indica que no sea madre.
La novela ocurre en dos momentos: el ahora y el entonces. En el entonces conocemos el contexto, en el ahora acompañamos a Kit a recuperar a su hija, pues están a una infracción de que se la quiten y deciden tomar un camino arriesgado. Es una obra para leer con atención, pues hay muchos detalles de cómo se desarrolla este mundo y que van afectando a la protagonista.
Una lectura interesante donde podemos analizar un sistema que se muestra “amigable” hacia la maternidad y a la decisión de las mujeres de ser madres pero que no es tal. Si eliges no ser madre eres castigada, pero si lo eliges te sometes a una tortura que es el programa de inducción con muchas posibilidades de morir y si logras embarazarte debes renunciar a sus trabajo para ser madre a tiempo completo y vivir con el miedo constante a fallar, pues la OPCP tiene estándares tan altos que es fácil que te quiten a tu hijo antes de cumplir un año. Además, cuando se dan los avisos de Cuidado Insuficiente se culpa a las mujeres, que son las que se quedan a cargo y eso deteriora la relación de pareja.
Dark Lullaby es una novela en una sociedad donde pareciera que se premia y favorece la maternidad pero que, al final del día, se convierte en un castigo y un mecanismo de control. Una sociedad que impone un peso a la mujer transformándola en un vientre más que un ser humano. Todos estos puntos son puertas para abrir más de un debate.
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