Este libro de Aimie K. Runyan sobre Hanna, alemana, y Tilde, judía, atrapa. Tanto así, que comenzamos a leerla y no pudimos detenernos hasta terminarla. Es una novela que está narrada a dos voces, la de los dos personajes principales, pero hay un tercero que también es relevante: Klara, quien es alemana.
“La escuela de novias nazis” es un libro que ocurre entre 1938 y 1939, es decir, en un momento histórico previo a la Segunda Guerra Mundial y donde Hitler estaba en un momento de expansión territorial. La visión de Tilde, quien es una modista mitad judía y mitad alemana, tiene la ventaja de no lucir como alemana y que su apellido sea el de su padre, su familia tenía una excelente situación económica hasta que los judíos fueron cada vez más relegados y el padre decide divorciarse de la madre y renegar de su familia por miedo y por ambición. De hecho, tras el divorcio, se casa con una alemana y su pasado queda completamente olvidado, pero la madre de Tilde se las ingenia para sobrevivir y abren una tienda, aunque esto las obliga a mantener escondida a la madre y que Tilde sea la cara visible. En este personaje podemos sentir el miedo constante a ser apresada, su vida está en peligro lo que la hace estar en modo alerta e intentar pasar inadvertida.
La realidad de Hanna es muy distinta, viene de una familia alemana rural. Su madre ha muerto hace apenas un año en un accidente automovilístico. Nuestra protagonista era apegada a su madre a quien admiraba y a la que quería seguir sus pasos como doctora. Lamentablemente, las nuevas normas de Reich impedían a las mujeres desempeñarse como médicos, salvo en labores de partera, pero su madre seguía ejerciendo e incluso atendiendo indeseados, lo que estaba poniendo en peligro a su familia. Una vez pasado un año, el padre decide enviar a Hanna con su hermano y su esposa, quienes viven en Berlín. Es su tía Charlotte, quien se hará cargo de ella, este es un personaje sumamente contradictorio que representa los actuales valores del Reich, mientras que Hanna representa los antiguos. La primera está interesada en ascender socialmente a cualquier costo, es calculadora y todo es un activo (incluidas las personas) que sirven en la medida del ascenso, donde no importa traicionar, incluso a tus amigos. No es casual, por lo tanto, que Hanna venga desde el campo y más aún que se haga hincapié de que ella pasase la mayor parte del tiempo entre los bosques junto a su madre descrita -indirectamente- como una bruja y se instale en la ciudad, donde rige la civilización.
Hanna representa la inocencia de quien no se ha visto envuelto en la contaminación de la ciudad, por eso, su encuentro con Klara será fundamental. Ella es una joven alemana de quien se hará amiga, le dará consejos para sobrevivir, pero Hanna inmediatamente hará lazos con ella. Klara le cuenta que un capitán de la SS está pronto a pedirle matrimonio, pero esto cambia cuando el capitán ve a Hanna. Klara entonces actuará de manera completamente fría.
Para adaptarse al cambio de normas y sobrevivir, Hanna tendrá que aprender a jugar en el mundo de las apariencias y, como mujer, su rol será pasar inadvertida. A su favor jugará su belleza y es lo que puede transar en el mercado a través de un buen matrimonio. Charlotte moverá todos los hilos a favor de ella, lo que hará que inmediatamente llamé la atención del capitán Friedrich. Aquí se verá la primera diferencia entre Hanna y Klara, la primera quiere poner la amistad sobre el matrimonio, pero Klara le dice que tiene que ser inteligente y hacer un buen matrimonio, lo importante es salvarse solo y ascender. De amor, ni hablar, de amistad tampoco, lo que es útil es mantener las apariencias, por eso, su amistad debería continuar, pues aún puede beneficiar a Klara.
En este sentido, Klara es el personaje más interesante de la obra, pues es el que más crece a lo largo de ésta y es el lazo entre Tilde y Hanna, pues Tilde le da clases de costura y, por lo mismo, cuando Hanna se compromete con Friedrich y la familia debe mandar a hacerle ropa adecuada, Klara hará que sea Tilde quien la confeccione y quedarán conectadas.
De alguna manera, Tilde tiene sus ideales claros, sufre en la medida en que es castigada por ser lo que es y por ser mujer, tiene entonces un doble castigo. Tanto Charlotte, su tío Otto y Friedrich representan lo peor del Reich, son personajes que solo se mueven por sus aspiraciones, en este sentido, quizás Friedrich es quien al menos se mueve por la creencia absoluta en Hitler y no sólo por el interés, sin embargo, está tan cegado que es un personaje completamente cruel. Charlotte es un personaje interesante, es la esposa del tío Otto y cumple con Hanna un rol maternal, la verdad es que nunca conocemos los motores de este personaje, si bien en muchas ocasiones pareciese ser que lo que la mueve es el puro interés, el hecho de hablar abiertamente con Hanna sobre cómo funcionan las cosas es una manera de cuidarla, si bien, al final hace aseveraciones de que lo único que la mueve es el deseo de ascender, lo cierto es que como actúa en el libro la deja en una zona gris y eso hace que el personaje sea atractivo.
Cada personaje tiene sus conflictos, pero lo que será el gran problema de la historia es intentar salvar a Tilde, es ahí donde Hanna y Klara se verán puestas a prueba y veremos a la verdadera Klara. Que es un personaje que observa, que aprende a estar en la sociedad, pero que eso no significa que la apruebe, es quien hace que las cosas pasen.
La obra es entretenida, ágil de leer, es interesante que se sitúe en la época previa a la Segunda Guerra Mundial y, más aún, saber que la Escuela para Novias Nazis efectivamente existió. La narración a dos voces hace que sea más rápida porque queremos ver como se resuelven los conflictos, la autora sabe incrementar la sensación de estar atrapados y no tener escapatoria. Un libro que les recomendamos para leer en estas vacaciones de invierno.
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