Heather Morris es conocida mundialmente por ser la autora de “El tatuador de Auschwitz” y “El viaje de Cilka”, pero también se desempeñó en labores de trabajo social y su vida familiar contribuyó a aprender a escuchar, que es de lo que trata este libro, de la escucha activa y como ella nos puede ayudar a crecer, pero también puede ayudar a los otros que necesitan contar su historia, porque al final del día, todos necesitamos ser escuchados y todos tenemos algo importante que decir.
Cuando hablamos de comunicación hay que comprender que existen distintas maneras de relacionarnos. Por ejemplo, con algún vecino saludando y preguntándole como está o hablamos del clima, con alguna persona o de algún acontecimiento general, lo que estamos buscando es la interacción humana. No es que nos interese hablar profundamente acerca del clima, pero sí queremos demostrarle al otro nuestro interés por él. Sin embargo, existen otro tipo de mensajes donde el hablante se abre al oyente para contarle algo que es relevante para él, entonces está buscando una conexión profunda, está relatando algo que es importante y, en ese caso, es necesaria la escucha activa.
Para Morris, el caso de Lale es único porque era historia viva de un sobreviviente que al ser el tatuador de Auschwitz no solo pudo observar lo que pasaba dentro de su espacio, sino lo que le pasaba a otros, pero -independiente a esto- todos tenemos algo que contar, algo que es valioso y que nos hace únicos. No importa si somos adultos o muy pequeños, cada uno ha vivido experiencias significativas y no siempre tienen que ser tristes, también puede ser alegres.
En el libro, la autora va hilando como aprendió a escuchar a través de su abuelo, lo cual es significativo porque nos cuenta que cuando ella era pequeña, los adultos no se daban el tiempo de hablarle a los pequeños, pero su abuelo lo hizo, lo que la marcó mucho.
La obra se divide en cuatro partes que tienen que ver con: Escuchar a los adultos mayores, escuchar a los niños, escucharse y tips para que los que escuchan se cuiden. Cada una de las partes consta de consejos para poder ejecutarlo, pero desde el inicio y a lo largo del libro, la autora hace hincapié que lo hace desde su experiencia principalmente, sin embargo, ha ido rescatando patrones que pueden servir de modelos para realizar una escucha activa. Por ejemplo, indica que en el caso de los padres, es importante prestar atención a los niños desde pequeños porque eso también ayudará a cimentar las relaciones con sus hijos adolescentes y adultos. Asimismo, se ha dado cuenta que siendo abuela tiene más tiempo para escuchar a sus nietos desde otras perspectivas y ha aprendido de esas relaciones.
Y cuando alguien te cuenta algo que es importante no siempre es necesario decir algo, tener una respuesta o darles un consejo. Las personas que se abren a nosotros la mayor parte de las veces necesitan ser escuchados, pero también la invitación es a decir abiertamente: “Tengo algo importante que contarte”, explicarle al otro que queremos hablarle acerca de algo que para nosotros es significativo y que lo hemos elegido porque esa persona también lo es para nosotros. Es un libro hermoso, que remueve las fibras sensibles y en una sociedad que cada vez le cuesta más escuchar, es vitalmente necesario. Recomendado para trabajar con los equipos docentes para impulsar la escucha entre ellos y con sus estudiantes.
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